Doble limpieza facial, el ritual que me cambió la piel

Todos los elogios que pueda hacerle a la doble limpieza facial se quedan cortos. Aunque he escrito sobre varios productos para practicarla, lo cierto es que desde hace mucho tenía pendiente ahondar más sobre la teoría y sobre las formas de practicarla. Creedme si os digo que cuando empiezas a hacerlo, tu piel cambia por completo y el tiempo que inviertes te lo paga con creces.


La idea viene desde Corea y Japón. Las asiáticas están obsesionadas con su piel y por eso han creado un ritual específico para limpiarla... se toman su tiempo, lo hacen a conciencia y eso se nota en el resultado final.

Aunque cuando empecé a escribir este blog os conté detalles sobre mi piel, os pongo en contexto de cómo es mi piel actualmente: sigue siendo muy sensible, aunque después de los embarazos la noto un poco más seca (sobre todo en invierno), cambia un poco con cada estación y sigue igual de reactiva.


¿Cómo se realiza correctamente la doble limpieza facial?

El concepto es bastante sencillo: básicamente se trata de limpiar la piel mediante dos pasos básicos para remover absolutamente todas las impurezas, de tal forma que al aplicar los productos de tratamiento, la piel los reciba de la mejor forma posible y obtenga todos los beneficios de sus ingredientes.

Hay una cuestión muy importante a tener en cuenta y es que este sistema se recomienda para cualquier tipo de piel, desde las más grasas hasta las más secas, ya que el objetivo es conseguir una piel impoluta sin agredirla. La única diferencia entre una y otra sería encontrar los productos y texturas adecuadas.


Primer paso: los aceites al poder




El primer paso se realiza utilizando una fórmula oleosa, ya sea utilizando aceite o bálsamo. El motivo es simple: la mejor forma de disolver el aceite es con aceite, y teniendo en cuenta que  además del sebo, las bases, los protectores solares y el maquillaje waterproof tienen muchos en su su composición, este paso y la elección del producto es básico para removerlos por completo.

La elección de nuestro producto ideal para el primer paso se condicionaría básicamente a gustos, ya que estos son aptos para cualquier tipo de piel. La primera vez que la practiqué elegí el doble sistema de limpieza de Sensai, que incluía una crema desmaquillante, aunque con el paso del tiempo me he dado cuenta que prefiero los bálsamos (como el de Eve Lom, el Take Day Off de Clinique) y los aceites (como el de Huile de Soin de Caudalie o el de Dermalógica, del que os hablaré en breve).

Su utilización también es muy sencilla: basta con masajear suavemente la piel en dirección al sentido de cada músculo y emulsionar con agua tibia para retirarlo. Algunos productos recomiendan el uso de una muselina en este paso, pero al tener la piel tan sensible yo prefiero hacerlo a mi manera, ya que me da el mismo resultado y la 'agredo' menos.


Segundo paso: limpiar, mejor sin jabones

El segundo paso es el definitivo para retirar todo aquello que queda tras remover el sebo, la polución y los aceites. Es en este momento en el que necesitamos elegir un producto de base acuosa pensado para nuestro tipo de piel:

• Piel seca: lo ideal sería elegir una crema que además de retirar el aceite, calme la piel y cuide su manto hidrolipídico. Yo os recomiendo la crema desmaquillante de Kenzoki, una maravilla.

• Piel normal, mixta y grasa: aunque agrupar en una misma categoría estos tipos de piel puede ser arriesgado, lo cierto es que para cualquiera de ellos recomendaría una espuma sin sulfatos (es decir, sin jabón). Mis favoritas son la de Caudalie o la de Matriskin.

• Piel grasa o con acné: si crees que la espuma se te queda corta o no te gusta esa textura, puedes elegir un gel específico, aunque debes prestar atención a que la fórmula también esté libre de jabón para evitar resecar la piel y generar un efecto rebote. El gel de rosa de The Organic Pharmacy o el gel Dermopure de Eucerin son dos excelentes opciones.

Además de los productos que os he mencionado, hay otros que en un mismo empaque incluyen los dos productos que actúan en sinergia, como es el caso del Double Cleanse de Pixi, una limpiadora doble que me encanta y que recomiendo encarecidamente si no sabes por donde empezar o si viajas mucho y necesitas un formato práctico para llevar en el neceser.

Es verdad que practicar la doble limpieza requiere un poco más de tiempo, pero os aseguro que los beneficios merecen totalmente la pena. En mi caso desde que lo hago noto la piel mucho más sana y luminosa, tengo muchos menos brotes de dermatitis y en general su aspecto es mucho más bonito. De verdad, os recomiendo que invirtáis algunos minutos más al día para limpiar vuestra piel a conciencia, sobre todo antes de ir a dormir.

¿Alguna de vosotras practica la doble limpieza?. ¿Qué productos utilizáis para hacerlo?

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¡Que tengáis un día estupendo y gracias por leerme!

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