Visitando un edificio historico que se ha reconvertido en el hotel más bonito de Cáceres


 

Cuando buscas una escapada para descansar, el hotel que eliges desempeña un papel protagónico. El destino es fundamental, por supuesto, pero el lugar donde vas a alojarte puede marcar una diferencia abismal entre pasar la noche simplemente o disfrutar de un verdadero cambio de ambiente que repone el ánimo y las energías. Eso fue precisamente lo que encontré en el Hotel Casa Pizarro de Cáceres.

 

 

Situado en el corazón del precioso casco antiguo de la ciudad, esta antigua casona respira historia en cada uno de sus rincones. Sus muros albergan episodios que marcaron algunos de los caminos más importantes de la industria cacereña, ya que fue la sede de la más reputada casa de banca y comercio de lanas de Extremadura en el siglo XIX, una actividad clave en la economía de la época.

 

En esta casa también nació Don Juan José García Carrasco, futuro I Conde de Santa Olalla. Permaneció en manos de su familia durante generaciones y sobrevivió a episodios históricos como la Guerra Civil, cuando sirvió de refugio para cientos de personas que sufrieron los estragos de aquel tiempo. Aún hoy, en algunas zonas del suelo, se pueden apreciar las huellas de los braseros que se usaban para dar abrigo a quienes buscaban cobijo y que se han convertido en algunos de los testigos silenciosos de la rica historia que posee la casa.

 

 

Una reforma que homenajea la historia del edificio






Antiguamente conocido como Hotel Albarragena, en 2022 comenzó un ambicioso proyecto de rehabilitación que ha sabido mantener el estilo original de la casa. Esta renovación ha respetado el alma histórica del edificio mientras lo dota de las comodidades modernas necesarias para una experiencia de 10.

 

Con un estilo lujoso y a la vez minimalista, el hotel y sus estancias están decorados con muebles y objetos originales de la casa, además de piezas adquiridas en mercados de antigüedades de España y Francia. A pesar de sus diversos orígenes, todo encaja como un rompecabezas perfecto. Cada pieza ha sido dispuesta con un propósito, y eso se percibe incluso sin prestar demasiada atención.

 

Desde el primer momento, sabes que el hotel ha sido restaurado con esmero, y esa misma dedicación se refleja en el trato del equipo que allí trabaja. Es un lugar acogedor, no solo por su ambiente cálido, sino porque todo está pensado para invitar al descanso. Te anima a tomar una ducha relajante, disfrutar de la habitación tras un paseo por la ciudad, leer un buen libro antes de dormir y dejarte aconsejar sobre dónde probar la exquisita gastronomía local.

 

 

Comodidad al máximo nivel y un trato excepcional para toda la familia

 

 



Las habitaciones tienen todo para invitarte a descansar, desde sus tonos claros hasta la ropa de cama o los amenities que han elegido, elaborados por una reconocida marca de la zona que elabora productos a base de aceite de oliva.


Mención aparte merece el trato que reciben los niños. Quienes viajamos en familia sabemos que muchas veces no se piensa en ellos como clientes, sino como acompañantes, pero aquí la experiencia es distinta. Ellos también pueden disfrutar de cómodas camas y un trato excepcional, algo que personalmente valoro enormemente y me hace querer regresar.

 

Casa Pizarro no solo ha dejado una huella imborrable en mi memoria, sino que se ha convertido en un lugar al que volveré sin dudarlo. Lo recomiendo como el mejor hotel para disfrutar de una escapada inolvidable en esta preciosa ciudad.


¿Qué es en lo que más os fijáis cuando os hospedáis en un hotel? ¿Y qué os llama la atención de este?


¡Que tengáis un día estupendo y gracias por leerme!

 

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